Resumen
Uno de los déficits más comunes identificados por los
especialistas en rehabilitación y por los entrenadores de la fuerza y el
acondicionamiento es la debilidad de los glúteos, particularmente el glúteo
medio (GM). La debilidad de los glúteos puede reducir el rendimiento deportivo
y precipitar diversas lesiones de las extremidades inferiores. En el presente
artículo, se discute la anatomía y la función del glúteo medio, se presenta una
revisión de la literatura actual referente al acondicionamiento del GM y se
recomendará un modelo de ejercicio basado en las actuales guías para el
fortalecimiento de estos músculos.
Palabras clave:marcha, glúteo, lesión, estabilidad, fuerza
INTRODUCCION
El músculo glúteo medio (GM) es uno de los principales
abductores de la cadera, y actúa como estabilizador de la pelvis en el plano
frontal durante la marcha y otras actividades funcionales (10, 20). Se ha
establecido que la debilidad o la disfuncionalidad del GM está vinculada con
numerosas lesiones de las extremidades inferiores (2, 9, 11, 14, 38, 43) y con
anormalidades en los ciclos de la marcha (31). Por lo tanto, parece que existe
la necesidad de desarrollar programas específicos para el acondicionamiento del
GM que sirvan de guía para que los especialistas en rehabilitación y los
entrenadores de la fuerza y el acondicionamiento puedan utilizar en su práctica
sin considerar el nivel inicial de sus clientes. Dichos programas deben
provocar la sobrecarga progresiva del GM e incluir la movilización activa, el
fortalecimiento, la propiocepción y ejercicios funcionales o específicos del
deporte. El foco principal de este artículo es proveer pautas (ejemplos) para
que los especialistas en el entrenamiento de la fuerza y acondicionamiento
apliquen en los procesos de rehabilitación para atletas con lesiones asociadas
al GM y para la mejora del rendimiento deportivo. Con este objetivo en el
presente artículo se incluye, (a) una descripción de la anatomía básica y
función del GM, (b) una descripción de los factores que debilitan el GM y de
las lesiones que se pueden producir por esta debilitación, (c) una descripción
de los procedimientos para la valoración de la función del GM, (d) un listado
de los posibles ejercicios para el fortalecimiento y (e) una revisión de los
estudios experimentales en esta área. Utilizando esta información y las guías
prácticas de acondicionamiento aceptadas, presentamos un modelo que implica una
aproximación sistemática y progresiva a la rehabilitación y fortalecimiento del
GM.
ANATOMIA, PATOLOGIA Y LESIONES RELACIONADAS CON LA ANATOMIA
DEL GM
Gottschalk et al (19) describieron el GM como un “músculo
ancho y grueso ubicado en la superficie exterior de la pelvis”. El GM tiene
fibras anteriores, medias y posteriores, es curvo y tiene forma de abanico y se
estrecha en un fuerte tendón (Figura 1). Con su origen en la superficie
exterior del hueso ilíaco entre las líneas glúteas media y posterior, el GM se
inserta en la superficie lateral del trocánter mayor del fémur (19, 23). El GM
abduce la articulación de la cadera a la vez que las fibras anteriores
contribuyen la flexión y rotación interna de la cadera y las fibras posteriores
contribuyen a la extensión y rotación externa de la cadera (7). El GM es
responsable de evitar que el lado opuesto de la pelvis “caiga” durante la
marcha, lo que se conoce comúnmente como marcha de Trendelenburg (7, 10), y
además desempeña un papel importante en la estabilización frontal de la pelvis
durante la marcha y otras actividades funcionales (10, 20).
Figura 1. Representación gráfica del músculo glúteo medio.
FACTORES QUE CONTRIBUYEN LA DEBILITACION DEL GM
Diversos factores pueden contribuir a la debilidad del GM.
Desde el punto de vista médico, estos pueden incluir microlesiones en forma de
lágrimas en el manguito rotador de la cadera (24) y la dislocación congénita de
la cadera (31). Los factores asociados con el estilo de vida también pueden
causar debilidad del GM. Entre estos factores se pueden incluir el hábito de
pararse con el peso del cuerpo apoyado predominantemente sobre una de las
piernas, con la cadera inclinada hacia un lado y dormir de costado con la
pierna de arriba flexionada y aducida sobre la otra pierna (3, 26). Estas
posiciones pueden debilitar los músculos abductores de la cadera,
particularmente el GM, ya que estos músculos permanecen en una posición algo
elongada (más allá de la longitud fisiológica de reposo) durante períodos
prolongados de tiempo. En casos de tareas ocupacionales y de problemas
posturales se ha observado una debilitación de menor severidad, en los cuales
se ven afectados mayormente los músculos monoarticulares (una articulación)
como el GM (6, 26).
PATOLOGIA
Se ha sugerido que existe una relación entre la debilidad o
disfuncionalidad del GM y diversas lesiones de las extremidades inferiores (32,
43, 45). Las principales lesiones vinculadas con la debilidad o
disfuncionalidad del GM se describen brevemente a continuación.
Marcha de Trendelenburg
Una persona que presenta debilidad unilateral o bilateral
del GM puede desarrollar lo que se denomina “marcha de Trendelenburg”. La
función normal del GM durante la marcha es mantener la pelvis alta a medida que
una de las piernas de desplaza hacia delante. Durante la marcha, cuando una de
las piernas se desplaza hacia delante, el GM de la pierna opuesta, se contrae
para evitar que la pelvis se desplace lateralmente. En la condición conocida
como marcha de Trendelenburg, el GM no puede mantener alto el lado opuesto de
la pelvis cuando el peso del cuerpo se encuentra apoyado en una sola pierna,
por lo que la pelvis se inclina hacia abajo cuando la pierna que se desplaza se
encuentra en el aire (Figura 2). Esta caída contralateral de la pelvis ocurre
debido a que el GM no produce el suficiente momento de abducción interna de la
cadera para equilibrar el momento de aducción externa que se produce cuando el
peso del cuerpo se encuentra apoyado en una sola pierna (9). Por lo tanto,
aquellos con marcha de Trendelenburg tienen una reducida eficiencia de marcha y
una menor velocidad de carrera y además tendrán un mayor riesgo de desarrollar
dolor lumbar como resultado de que la pelvis no está siendo estabilizada
durante la marcha, los saltos y las caídas o cuando se realizan ejercicios de
entrenamiento con sobrecarga unilaterales (3).
Figura 2. Test para detectar la condición conocida como
marcha de Trendelenburg con resultado positivo.
Síndrome de Dolor Rotuliano Femoral (PFPS)
Earl et al (10) describieron el PFPS como una lesión por
sobreuso caracterizada por dolor en la parte anterior de la rodilla, con
frecuencia agravada por la realización de actividades como subir escaleras,
agacharse o sentarse, durante un período prolongado de tiempo. La inhibición o
disfunción del GM puede contribuir a la reducción del control motor de la
cadera, permitiendo que se produzca una mayor aducción y/o rotación interna del
fémur. Esto produce un mayor vector valgo en la rodilla, incrementando las
fuerzas dirigidas lateralmente que actúan sobre la rótula y contribuyen al
desplazamiento lateral de la misma (9, 21).
Lesiones en el Ligamento Cruzado Anterior (ACL) y Otras
Lesiones de la Rodilla
Schmitz et al (38) mostraron que el GM ayuda a mantener la
posición de la cadera en el plano transversal cuando se produce el incremento
de las fuerzas de rotación en la cadera. Una rotación excesiva del fémur
durante una caída es un potencial mecanismo de lesión para el ACL (22). Por lo
tanto, los atletas que tienen un alto nivel de control y fuerza del GM pueden
ser capaces de contrarrestar movimientos no deseados de rotación y aducción
durante las caídas. Esto puede ser particularmente importante para las atletas
mujeres, quienes experimentan tasas significativamente mayores (6 a 8 veces) de
lesiones del ACL y exhiben una rodilla valga y/o una rotación de la cadera
significativamente mayor que los hombres (22).
Lesiones en la Articulación del Tobillo
La falta de fuerza en los abductores de la cadera puede no
permitir que un individuo comience a tiempo con el movimiento de cadera
necesario para contrarrestar una súbita perturbación lateral externa. Esta
situación puede incrementar el riesgo de lesiones en la articulación del
tobillo (14). Beckman y Buchannan (2), respaldaron el rol del GM para la
prevención de las lesiones en la articulación del tobillo al mostrar que los
sujetos que exhibían una hipermovilidad de la articulación del tobillo también
presentaban una reducción de la latencia del GM. Por lo tanto, parece probable
que la pérdida de fuerza así como la incapacidad para reclutar rápidamente las
fibras del GM pueden incrementar el riesgo de lesión en la articulación de la
rodilla.
VALORACION MUSCULO- ESQUELETICA DEL GLUTEO MEDIO
Janda (23) describió un sistema de 6 grados (Tabla 1;
Figuras 3 y 4) para la valoración de la fuerza del GM. Un sistema similar para
la evaluación manual, con la adición de grados medios fuer propuesta por
Kendall et al (26). Estos sistemas de evaluación han sido originalmente
diseñados para evaluar la fuerza en aquellos que poseen una disfunción neurológica;
por lo tanto, los grados 1 y 2 indican la capacidad para contraer el músculo o
mover la cadera en posición de anti gravedad (plano horizontal). Para la
evaluación de poblaciones normales, el test más comúnmente utilizado es la
abducción de la cadera con el sujeto recostado lateralmente. Los grados de este
test se registran en el rango de 3 a 5, indicando la capacidad de mantener la
posición solo contra la fuerza de gravedad, contra la fuerza de gravedad más
una resistencia moderada, o contra la fuerza de gravedad más una resistencia
máxima. La comparación con el lado opuesto puede proveer un índice de la fuerza
normal de los sujetos y ser útil para determinar que músculo es en efecto el
que está debilitado.
Los tests para la valoración de la fuerza del GM en
actividades funcionales o en tareas deportivas específicas también pueden ser
útiles para identificar deportistas que requieren de un trabajo de
fortalecimiento para estos músculos. En la Tabla 2 se presenta un resumen de
estos tests (ver también Figuras 5 y 6). El test de Trendelenburg es
probablemente el más conocido de estos tests y es utilizado para valorar la
capacidad del GM para mantener la pelvis en posición mientras el sujeto se para
sobre una sola extremidad. Se han descrito versiones modificadas del test de
Trendelenburg, tal como la utilizada por Mascal et al (32) quienes observaron a
sujetos que pasaban de estar parados sobre ambas piernas a estar parados sobre
una pierna (con y sin elevación de brazos), registrando los signos de inclinación
o desplazamiento pélvico que podían indicar debilidad o falta de control motor
del GM. La sentadilla sobre una sola pierna es una progresión del test de
Trendelenburg y se utiliza comúnmente para valorar la capacidad del GM para
mantener el nivel de la pelvis durante una tarea funcional dinámica (5). En la
Tabla 2 se presenta un resumen de estas técnicas de valoración.
Tabla 1. Descripción de los métodos más comunes para la
valoración musculoesquelética del GM.
Figura 3. Test de abducción de la cadera en posición supina.
Se reconoce que los tests de valoración manual descritos en
la Tabla 1 pueden ser más aplicables a la valoración de la función del GM en
pacientes con condiciones neurológicas/ortopédicas o en individuos sedentarios.
Esto se debe a que estos tests exhibir ciertas limitaciones cuando son
utilizados en atletas, en los cuales puede no detectarse un pérdida de fuerza
del GM y de función específica del deporte. Sin embargo, los tests descritos en
la Tabla 2 aun tienen ciertas limitaciones cuando son utilizados en atletas ya
que los tests descritos en la Tabla 2 no replican los cortos tiempos de
contacto, las grandes fuerzas y las velocidades características de los
movimientos deportivos más comunes tales como los esprints y los saltos. Por
esta razón, la valoración comprehensiva de la función del GM requiere de la
inclusión de evaluaciones isométricas (25) o isocinéticas (29) como tests
funcionales (30) para valorar adecuadamente la capacidad de los atletas para
controlar y producir altos niveles de fuerza con el GM.
Los tests isocinéticos e isométricos son, por lo general,
altamente confiables (y más confiables que los tests de valoración manual
descritos en la Tabla 1) y además permiten la medición precisa del torque
(fuerza) de cualquier grupo muscular (5, 6, 17, 39, 41). Sin embargo, nosotros
recomendamos la utilización de tests isométricos para la valoración de la
fuerza de abducción en la articulación de la cadera debido a que la evaluación
con tests isométricos es más confiable para valorar la fuerza de abducción (6,
29, 39), es menos costosa y toma menos tiempo que la dinamometría isocinética.
Si se incluyen tests de carrera, saltos y caídas para la valoración del GM,
puede ser difícil observar la calidad de movimiento como resultado de las altas
velocidades que se producen en estos movimientos. Por esta razón, estos
movimientos deberían registrarse en video desde diversas posiciones para ayudar
a los especialistas en rehabilitación y/o a los profesionales del entrenamiento
de la fuerza y el acondicionamiento a realizar una valoración más precisa y
confiable de la función del GM durante la realización de actividades
específicas del deporte. Se deben llevar a cabo estudios adicionales para
desarrollar tests para la valoración de la función del GM en atletas que tengan
una mayor validez, sean más confiables, sean más efectivos en términos de
costos y tiempo y que tengan menos limitaciones que aquellos utilizados
actualmente.
CONSIDERACIONES PARA LA PLANIFICACION
Ejercicios para el Fortalecimiento del GM
En la Tabla 3 se resumen los ejercicios que han sido
descritos en libros y artículos que trataron el tema de la debilidad del GM.
Debido a que varios de estos ejercicios comúnmente no se enseñan durante los
cursos de instrucción en prescripción de ejercicios, algunos lectores pueden no
estar familiarizados con ciertos ejercicios. Sin embargo, está más allá de los
objetivos del presente artículo describir todos estos ejercicios en forma
detallada; los lectores interesados pueden consultar las referencias señaladas
en la Tabla 3 para una descripción más profunda de los ejercicios. Para el
fortalecimiento inicial del GM, la mayoría de los autores recomiendan
ejercicios de cadena abierta con los sujetos parados en una sola pierna o
recostados lateralmente. Los ejercicios más comúnmente utilizados incluyen la
elevación de piernas con los sujetos recostados lateralmente, la aducción de
caderas de pie y los movimientos pélvicos.
Tabla 2. Descripción de los métodos para la valoración
musculoesquelética de la pelvis que pueden ser más aplicables a los
deportistas.
Los ejercicios de cadena cerrada se introducen en etapas
posteriores del programa de rehabilitación, una vez que se ha desarrollado la
fuerza de base. Ejemplos de estos ejercicios son las estocadas y las
sentadillas con apoyo doble y simple. Si bien se han utilizado muchos
ejercicios para el fortalecimiento del GM, existen pocos estudios que hayan
investigado los beneficios del fortalecimiento específico del GM sobre el
rendimiento deportivo, el riesgo de lesión o el dolor. Los estudios
experimentales (Tabla 4) que han examinado el fortalecimiento del GM, lo han
hecho para determinar sus efectos durante la rehabilitación de lesiones o
condiciones tales como el PFPS y/o el síndrome ITB.
Progresión de los Ejercicios
Si bien existen diversas similitudes en el diseño de los
estudios descritos en la Tabla 4, también existen diversas diferencias.
Fredericson et al (11) llevaron a cabo un estudio en el cual los sujetos
entrenaron con dos ejercicios para el fortalecimiento del GM durante 6 semanas.
Figura 4. Test en el que se pasa de un apoyo doble a un
apoyo simple.
Figura 5. Test de equilibrio en Apoyo Simple y Extensión
Anterior o Frontal de una Extremidad Superior por Sobre la Cabeza.
Tabla 3. Ejercicios propuestos para el fortalecimiento del
GM.
Para estos dos ejercicios, los participantes inicialmente
realizaron 1 serie de 15 repeticiones y, durante el período de 6 semanas,
incrementaron el volumen a 3 series de 30 repeticiones. Mascal et al (32),
utilizó un modelo de 3 fases para su programa de rehabilitación de 14 semanas.
En las primeras 5 semanas, los participantes realizaron solo ejercicios en los
que no tenían que soportar el propio peso corporal. Durante las semanas 4-10 el
entrenamiento progresó a ejercicios en los que los sujetos tenían que soportar
su peso corporal y en las últimas 4 semanas los sujetos realizaron ejercicios
más específicos, desde el punto de vista funcional, utilizando una prensa de
piernas y un dispositivo Dyna Band (Crown World Marketing, Buckinghamshire,
UK).
Tyler et al (42) también utilizaron un modelo de 3 fases,
pero su programa de rehabilitación solo duró 6 semanas. La fase 1 consistió de
ejercicios para el fortalecimiento de los músculos de la cadera realizado en
posición de sentado, ejercicios de estiramientos, ejercicios de equilibrio,
subidas al banco y extensiones de las extremidades superiores. En la fase 2,
los participantes continuaron con los ejercicios de sobrecarga para los
músculos de la cadera, extensiones de las extremidades inferiores, subidas al
banco e incrementaron la dificultad de los ejercicios de equilibrio. En la fase
3, se discontinuaron los ejercicios iniciales de equilibrio y fortalecimiento
de los músculos de la cadera, y fueron reemplazados por ejercicios pliométricos
y de agilidad así como también por estocadas, y el retorno a algunas de las
actividades deportivas. Un elementó único de la intervención de Tyler y
colaboradores fue el uso de “criterios clínicos”. Antes de que los
participantes progresaran a la siguiente etapa, estos debían cumplir con
ciertos criterios que indicaban que estaban físicamente aptos para progresar a
realizar actividades más complejas. Si bien las progresiones de los tres
estudios mencionados fueron diferentes, los participantes de los tres estudios
reportaron una reducción significativa del dolor luego del fortalecimiento del
GM. Un modelo progresivo de tres fases, como el utilizado por Mascal et al (32)
y por Tyler et al (42) parece adecuado para rehabilitar y fortalecer el GM y
permitir el retorno a las actividades deportivas. Dichas progresiones parecen
consistentes con las propuestas por otros autores para la rehabilitación
funcional de las extremidades inferiores. Bomgardner (4) y Lephart y Henry (30)
propusieron un programa de rehabilitación funcional similar (de 4 fases), en el
cual al fase 1 hace énfasis en la transición desde la rehabilitación clínica al
entrenamiento funcional, las fases 2 y 3 hacen énfasis en la agilidad y la
propiocepción con el incremento de la velocidad, y la fase 4 hace énfasis en la
realización de actividades deportivas.
Duración de los Programas
La duración de los programas de rehabilitación hallados en
la literatura también difiere entre los autores. Fredericson et al (11) y Tyler
et al (42) diseñaron programas de rehabilitación de 6 semanas. Sin embargo,
Mascal et al (32) eligió una duración de 14 semanas para el fortalecimiento de
los músculos de la cadera en un programa de rehabilitación para pacientes con
PFPS. Debido a que los autores de los tres estudios reportaron mejoras
significativas luego de sus respectivos programas, los regímenes de
entrenamiento que duren entre 6 y 14 semanas parecen ser de duración suficiente
para mejorar significativamente los síntomas (e.g., el dolor y la pérdida de
fuerza) asociados con los debilidad del GM. Sin embargo, dependiendo del grado
de disfunción asociada al GM, es posible que no desaparezcan todos los síntomas
luego de las duraciones mencionadas y que se requiera de mayor tiempo de
entrenamiento.
Tabla 4. Estudios de intervención en los cuales se llevó a
cabo el fortalecimiento del GM y en los que se observó reducción de los
síntomas.
Frecuencia, Series y Repeticiones de los Ejercicios
Tyler et al (42) instruyeron a sus sujetos para que
realizaran los ejercicios de fortalecimiento todos los días durante las 6
semanas que duró la intervención. En contraste, los otros autores no
establecieron con que frecuencia se realizaron los ejercicios. Dado que la
dificultad de los ejercicios fue progresando y estos se volvieron más
complejos, el incremento de la fuerza no solo se produjo en el GM sino en todos
los glúteos; por lo tanto, la realización de ejercicios en forma diaria puede
no ser tolerable para muchos individuos. Diversos estudios en el área del
entrenamiento con sobrecarga han investigado el número de repeticiones y series
a realizar, así como también la frecuencia del entrenamiento con sobrecarga. Si
bien no se ha llegado a un consenso en este sentido, la declaración de posición
del Consejo Americano de Medicina del Deporte sugiere que la realización de al
menos dos sesiones semanales en las cuales se realicen 2 a 3 series de entre 6
a 15 repeticiones por serie derivará en incrementos considerables de la fuerza
y la resistencia muscular (1). Sin embargo, Prentice (37) sugiere que, para la
rehabilitación, los ejercicios de fortalecimiento deberían llevarse a cabo
diariamente, con el número de repeticiones y series ajustadas de acuerdo a la
tolerancia de los pacientes, a los procesos inflamatorios y la respuesta al ejercicio.
A medida que los pacientes progresan los músculos pueden ejercitarse cada dos
días, por lo que la frecuencia sería de 3 a 4 veces semanales. De esta manera,
puede observarse que los parámetros de la carga parecen depender de la lesión
específica que sufre cada individuo y puede variar entre los individuos.
Diseño del Programa
En base a la literatura revisada, se ha desarrollado un
programa progresivo de fortalecimiento para el GM. Se han incluido un total de
17 ejercicios, desde ejercicios en los que no hay que soportar el peso corporal
a ejercicios funcionales o específicos del deporte (Tabla 5). Antes de comenzar
con este programa, se debe evaluar la fuerza del GM con el sujeto recostado
lateralmente (23). Con la rodilla extendida, el sujeto debe mantener la
completa abducción de la cadera, con una ligera extensión y rotación de la
misma, durante 10 segundos. Si el sujeto completa exitosamente este test, pude
comenzar a realizar ejercicios en los que haya que soportar el peso corporal,
Fase 2 (ejercicios 2a, Tabla 5). Si se produce algún movimiento de la pelvis o
si la cadera se flexiona o rota internamente, el atleta debe comenzar con la
Fase 1, ejercicios 1a, hasta que pueda completar el test en forma exitosa. El
principal objetivo de este programa de fortalecimiento es la sobrecarga
progresiva del GM de manera que se desarrolle el control motor, la resistencia
y la fuerza en forma sistemática. El diseño elegido para el programa es el
modelo de 3 fases similar al utilizado por Mascal et al (32). En la Fase 3 se
incluyen dos sub-fases que los atletas realizaran progresivamente (Tablas 4 y
5). La primera comienza con ejercicios en los que no hay que soportar el peso
corporal, progresando a actividades estáticas en las que si hay que soportar el
peso corporal.
Tabla 5. Ejercicios incluidos en el programa para el
fortalecimiento del GM con las referencias que proveen una descripción más
comprehensiva de estos y otros ejercicios similares.
La segunda etapa progresa a ejercicios en los que hay que
soportar el peso corporal. En esta segunda etapa se incrementaran gradualmente
los desafíos a la estabilidad de los individuos mediante (a) traslado del
centro de masa en forma horizontal haciendo que el sujeto deba subir un escalón
(o banco) y/o que realice rebotes; (b) reduciendo el ancho de la base de apoyo;
(c) incrementando la altura del centro de masa haciendo que los sujetos eleven
sus brazos y/o sostengan un peso con las manos, y (d) realizar ejercicios en
superficies inestables, e.g., balones Bosu, tablas de equilibrio, etc. La
tercera etapa comprende ejercicios funcionales que similares a los que podrían
observarse en el deporte, también con dos niveles de dificultad. En este
programa también se incorporan los criterios clínicos, adaptados de Tyler et al
(42), que deberían alcanzarse antes de que los clientes avancen al a siguiente
etapa del programa (Tabla 6). Los criterios proveen una vía por la cual se
puede monitorear el progreso de los atletas y determinar el cumplimiento con
las metas/objetivos del programa, permitiendo así una progresión segura y
realista hacia el siguiente nivel del programa. Para este programa no se ha
establecido una duración específica, ya que cada atleta progresará en forma
diferente en base a su nivel inicial de debilidad o disfunción del GM y a su
dedicación con el programa. Si bien los practicantes experimentados en el
entrenamiento de la fuerza y el acondicionamiento pueden utilizar su propio
criterio para determinar si un atleta puede o no progresar a la siguiente fase,
también es cierto que deben basar su decisión en la capacidad de los atletas
para (a) completar el número de repeticiones por serie en forma segura, con la
forma apropiada a través de toda la serie y (b) cumplir con los criterios
específicos.
Para la mayoría de los ejercicios, los atletas deberían
comenzar realizando 15 repeticiones por serie con una carga liviana. Este rango
de repeticiones se encuentra en el extremo superior de la escala que
generalmente se acuerda es adecuada para mejorar la fuerza y la resistencia
muscular (1). Sin embargo, la capacidad de un músculo para contraerse
repetidamente es importante si un atleta desea retornar a su deporte y no
reincidir en la lesión, por lo cual la realización de un mayor número de
repeticiones puede ayudar a los atletas a mejorar el control motor del GM
durante los movimientos funcionales del GM. Los períodos de recuperación
propuestos son de 1 min o menos, tal como lo sugirieran Weir y Cramer (44) para
series de ejercicio de 10 a 15 repeticiones. Una vez que los atletas han
cumplido con algunos de los criterios, se debería reducir el número de
repeticiones e incrementar la carga para desarrollar la fuerza y la potencia
muscular (1).
Tabla 6. Progresión del programa para el fortalecimiento del
GM utilizando los criterios clínicos.
En todas las etapas del programa para el fortalecimiento del
GM se ha incluido la utilización de bandas elásticas. Si bien las bandas
elásticas se han utilizado extensivamente en la rehabilitación (35, 37, 40), su
utilización ha sido criticada (hasta cierto punto) debido a que la resistencia
elástica no se ajusta a la curva de fuerza de los músculos en ejercicios
monoarticulares. Específicamente, al final de la fase concéntrica cuando mayor
es la resistencia, la relación entre longitud y tensión de los músculos sugiere
que no es la posición óptima para desarrollar la fuerza máxima (28). Sin
embargo, aunque controversial, la utilización de bandas elásticas tiene la
ventaja de que (a) son fáciles de transportar, (b) la dirección del movimiento
no se ve restringida tanto como durante la realización de ejercicios con pesos
libres o máquinas y (c) los ejercicios pueden ser llevados a cabo en planos más
funcionales que cuando se utilizan barras o mancuernas (35, 37, 40). Se deben
considerar diversas variables antes de realizar cualquier programa de
entrenamiento con sobrecarga como parte de un programa de rehabilitación, y es
importante que los practicantes del entrenamiento de la fuerza y el
acondicionamiento consulten a los profesionales clínicos que llevan a cabo la
rehabilitación de los atletas antes de iniciar con el programa de
entrenamiento. El contacto continuo con los especialistas en rehabilitación
debe mantenerse a lo largo de todo el programa de entrenamiento para maximizar
las mejoras de rendimiento y minimizar el riesgo de reincidir en la lesión.
APLICACIONES PRACTICAS
Un GM débil puede contribuir al desarrollo de diversas
lesiones de las extremidades inferiores. Dado que uno de los roles principales
de los profesionales del entrenamiento de la fuerza y del acondicionamiento es
la prevención de lesiones, el conocimiento de la anatomía y de la función del
GM, así como de las patologías y lesiones más frecuentes, parece importante.
Además, poseer la capacidad para valorar la función del GM parece fundamental
en este proceso. En el presente artículo se han tratado estos temas, pero a la
vez se reconoce que el tipo de conocimiento y competencia necesaria en esta
área puede ser más específico que para otros profesionales del ejercicio. Como
tal, los profesionales del entrenamiento de la fuerza y el acondicionamiento,
podrían beneficiarse de dicha experiencia, y se sugiere que, de ser posible,
trabajen conjuntamente con especialistas en la rehabilitación que deseen
compartir sus conocimientos sobre las diversas patologías, valoración y medidas
de rehabilitación en esta área. Este enfoque debería permitir que los
profesionales del entrenamiento de la fuerza y el acondicionamiento brinden un
mejor servicio a sus clientes, reduciendo las probabilidades de que estos
sufran una lesión relacionada con el GM.
Agradecimientos
Quisiéramos agradecer a Heather Clark de la División de
Rehabilitación y Estudios Ocupacionales de la Universidad Tecnológica de
Auckland, por permitir utilizar la figura del glúteo medio en este artículo.
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